Uno es de donde viene, lo que vivió y vio. Yo llevo impreso todo eso en mis pupilas y en mi risa.A veces en el silencio hablo de aquellos vientos.
Vivi las siestas de calor en la casa de mi abuela paterna bajo el árbol de pomelo, jugando con mis hermanas.
Los baños en el río Paraguay flotando con un gomón de camión como gigante.
Los días de invierno antes de ir al club, despertarnos temprano y desayunar pan con miel y café con leche. Salir corriendo con nuestra perra Peny entre la neblina, hacer una carrera por el camino de tierra mientras mis papás iban detrás en el coche tocándonos bocina y escuchando en un casete a Jose Luis Perales. Ver todo el paisaje cubierto de rocío en diferentes verdes mientras se nos metía intenso en los pulmones el olor a pasto, mientras nos esculpía el frio en la cara pincelando nuestras risas con el vaho del amanecer.
Los cumpleaños de mis primas, mi tía haciéndonos salchichas con puré.
Comprar fruta en el puerto en medio de la fiesta del color entre las canoas ancladas llenas de sandías, de bananas,naranjas, mangos, y esperar mi gran manjar, las frutillas.
Ver a mi perra Leyla nadar en el río entre camalotes florecidos en lila.
Las carreras de bici en las barreras de contención contra la crecida del río.
Los viajes a nuestra casita de “Puente Remanso” (Paraguay)
Cuando viajamos a conocer a Esteban Román nuestro abuelo paterno y descubrir que mi papá teniá papá.
Tirarme al agua sin saber nadar confiando plenamente en mi tío e ídolo “Tío Eduardo” y aprender que si alguien te cuida hay que confiar.
El día en que él me salvo de que me atacase un cocodrilo en la represa cuando volvía de su pesca y lejos de asustarnos nos morimos de risa.
Las visitas a la juguetería a elegir lo que quisiéramos después de ir al médico cuando nos enfermábamos.Ahí encontré a Arielito, mi único muñeco con el que casi no jugué porque no jugaba con muñecas, su caja decía “Alain Delon”.Nunca entendí ese juego, pero lo elegí porque tenía ojos marrones y pito para hacer pis.
Mis tres años de ir a la radio de enfrente de casa donde daban clases de danzas españolas y mi medalla de oro por no parar de bailar habiéndoseme salido el zapato volando por bailar con pasión.
Las quermeses de la escuela, las ferias en el día de la patria en la Avenida 25 de Mayo donde sonaba “La Maza” de Mercedes Sosa en toda la ciudad.
Los números “artísticos” de la escuela en donde escribía los guiones, las puestas en escenas, las coreografías y participaba, muerta de nervios y feliz a la vez, todo junto.
La gran ilusión de tener un grupo de música propio “Comics” y de presentarnos con total inocencia a un canal de televisión creyendo que eso era así de fácil,con mi radiocasette en mano y mis amigas vestidas todas iguales.
Las carreras de resistencia que ganaba en las maratones del colegio mientras me miraba el chico que me gustaba.
Las ferias de ciencia en las que participaba.